· El programa de tratamiento debe ser individualizado y adaptado a las características del niño.
· Tener en cuenta la dificultad de generalización de lo aprendido entre distintos ambientes, como la casa y la escuela
· Es imprescindible ser constante en el tratamiento, y que exista una coordinación total entre la familia, profesores y demás profesionales que atiendan al niño.
· Dado que son niños que funcionan mejor en situaciones previsibles y muy estructuradas, los cambios deben ser graduales y a ser posible anticipados.
· Las técnicas de modificación de conducta han demostrado ser altamente eficaces en la eliminación o creación de conductas. Comportamientos agresivos, impulsivos o desafiantes pueden ser corregidos. Se deben adaptar las técnicas a las peculiaridades del niño.
· Incorporar sistemas visuales de apoyo con diferentes grados de abstracción: desde el pictograma fotográfico a imágenes más abstractas.
· Respetar los tiempos. Algunos niños se muestran especialmente "desconectados" de su entorno inmediato en ciertos momentos o situaciones. Cuando ello ocurre se hace especialmente difícil poder interactuar con ellos. Debemos buscar un equilibrio entre respetarle unos tiempos de desconexión con otros en los que debe trabajar.
· Establecer metas a corto, medio y largo plazo. Ir paso a paso. Concretar los objetivos. Por ejemplo, a nivel conductual, podemos intervenir para tratar de establecer el control de esfínteres, si no está establecido, antes de centrarnos en conseguir grandes cambios.
· Insistir en la necesidad de la intervención multidisciplinar (psicólogo, neurólogo, pediatra, logopeda, fisioterapeuta, maestros especializados, etc.)