La evaluación de los niños con T.G.D. deberá efectuarse desde un enfoque multidisciplinar. En primer lugar la evaluación médica y neurológica debe aportar una historia detallada desde el nacimiento, su desarrollo, exámenes o pruebas físicas y neurológicas. En algunos casos será necesaria la realización de estudios del cariotipo para detectar posibles anomalías cromosómicas como el Síndrome X Frágil.
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA
Pueden existir disfunciones en las áreas de expresión oral, motricidad, capacidad sensorial y cognitiva, por lo que todas ellas deben ser evaluadas.
La aplicación de pruebas de capacidad intelectual, como el WISC-R o WISC IV, sólo deberán ser utilizadas en los casos en los que la expresión oral esté preservada, en caso contrario, no se obtendrán datos fiables.
Pruebas específicas de evaluación
Existen una serie de instrumentos de evaluación cuyos resultados sirven como indicativo de presencia de un síntoma. Estos cuestionarios suelen estar orientados a delimitar la existencia de un espectro autista, Síndrome de Asperger y autismos de alto nivel de funcionamiento.
Existen diferentes baterías, inventarios y escalas del desarrollo (Gesell, Battelle, Bayley...) que pueden proporcionarnos una información valiosísima, ya que nos señalan el punto donde se encuentra el niño dentro de cada una de las diferentes áreas propuestas (en las baterías Battelle: áreas personal, social, adaptativa, motora, comunicación y cognitiva). Esto se lleva a cabo determinando una edad (según baremos) para cada área. Así un niño de 5 años con alta afectación en la área motriz puede dar una edad de desarrollo en esa área de tan sólo 2 o 3 años, ello nos da una idea del retraso que presenta siempre comparado con el grupo normativo.